son para las iglesias y no las iglesias para los ministros… Cuida de no exaltarte desmedidamente, para que no llegues a ser nada».1 Hasta su tiempo, Juan el Bautista era el mayor hombre que había existido (Mt 11:11; Lc 7:28). Fue el último de los profetas del Antiguo Testamento, privilegiado con ser no menos que el inmediato precursor del Mesías. No obstante, fue un hombre humilde y expresó esa humildad cuando dijo de Cristo: «es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (Jn
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